lunes, 19 de octubre de 2009

Cogito ergo + qué?

No sé qué clase de chubascos pasan por tú cabeza. Es entonces el olor de la tierra húmeda que se levanta por la lluvia, lo que me hace recordar esas noches dónde nos fundíamos como queso sobre mi cama. Cuando se frotaba tu corazón con el mío, imantabas esa brújula que hervía en sangre y que ponía a bombear todo tipo de ideas irracionales que se hacían nube, que se hacían polvo. Eras ingrediente, eras sabor, eras el vapor que salía de forma alarmante por esa vasija de barro. Yo te olía, te absorbía. No me cansaba de rebullir para ponerte a punto, para saberte, para saborearte. Entre mis yemas esparcía sentimientos por doquier. A mí me gusta a fuego lento, pero con una mirada lo ponías a toda máquina. No tenías respeto por nada ni por nadie. Consumías y eras consumida. Eras condimento, eras legumbre, eras grano.
Un sol triste que obscurece la mañana. Fulgurabas detrás de la luna, restándole el brillo aparente a las estrellas. Eras un deseo pedido en silencio. Un murmullo soplado por el viento. No eras orgullo, eras delirio. Yo razón y tu sensación, tu oleo y yo acuarela. Ese rocío hacía indeleble la intención; reafirmaba la silueta pero se desvanecía en las sombras. Eras frio y calor. Eras relámpago y tormenta.

Apretar la mandíbula era una forma de resistencia, una manera de disipar la excusa. Eras lesiva, eras salvaje, eras hada negra acechando mis pensamientos. Heme aquí en la misma banca y con el mismo paraguas, esperando que la lluvia cese, que se apacigüe. Cuando el tiempo sutura el pasado, tu boca tensiona la cicatriz, la hace dolorosa. Cuando te pienso, te pienso natural, te pienso al revés, te pienso corpórea, te pienso espectro, te pienso espanto. Cuando te pienso, pienso en lo que eras, en lo que dejaste de ser, en lo que serás, en lo que no fuiste y lo mucho en lo que no te pienso.

"Arnold" El Elefante

Aguacero, Palabras y Pasión



Trato de domesticarme,
ante el desbordamiento
de tu aguacero de palabras;
sin embargo,
respiro y me ahogo sin conseguirlo,
pues mis montañas
esperan tu néctar
de pequeños hilos de plata.
Una vez, estoy llena de ti,
amo el desaliento de mi piel,
y mi cuerpo siempre grita:
Es una día perfecto para morir!

Lulú "La Mariposa"