martes, 15 de noviembre de 2011

Infinito (infiernito).

Corría tras de si misma y latía,
buscaba morder su colita corta;
peinaba los extremos de sus finos bigotes
y sacaba del refrigerador ese reloj,
que se derretía por dar las horas.

Tenía una boca roja,
una muy suave y robusta con la que se comía;
se relamía en cada mordisco,
se comía de afuera hacía adentro
y tenía razón,
era para dejar de último la consciencia,
para comerla despacio,
sin reflexionar.

Los ojos eran el postre;
tenían buen sabor,
como de paisaje, como de recuerdo,
como de que lloré,
de que los abrí mucho cuando me sorprendí.
a eso sabían los ojos, a policromía, a pantone;
sabían a cono y a bastón.

Se mordió la cola
y todo finalizó,
y empezó.


Arnold "Elefante colita de perro".