domingo, 23 de mayo de 2010

Cortico Small para niños

Érase una vez un niño de 6 años que cuando entró a la escuela era muy bajito, razón por la que se acomplejó por pensarse enano. Cumplió 8 y la ropa le quedó pequeña; se pensó extraño por ser el más gigante del curso. A los 10 le salieron pecas, se pensó mounstro y asistía a clases con bolsa de papel y dos agujeros para esconder su rostro. Se alimentó de taras y a los 12 subió de peso, se pensó muy gordo y siguió comiendo. Cuando llegó a los 14, los granos empezaron a brotar como palomitas de maíz y ya era demasiado grande para regresar a la bolsa de papel. Cumplió 16 y la intención de noviazgo fue reemplazada por una botella de licor. A los 18 tenía muchas preguntas y pocas respuestas, ya era demasiado triste ya era demasiado tarde.

Subió al banquito, apretó el nudo del cuello y se dejó caer. Mientras sentía la presión de la soga y veía sacudir sus pies recordó con nostalgia el error de no aceptar un libro a los 4. No lo mató la estatura, las pecas o los granos. No lo mató la tristeza, la euforia o el vacio que le apretaba el pecho. Lo que lo mató fue no entender que la gente crece, que la gente cambia y que la gente siente; o tal vez el hecho de que la gente no lee y por eso no entiende.

Arnold, “El Elefante”.