lunes, 16 de agosto de 2010

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Si te dieron el don
lo has sabido aprovechar
so pena de no dar frutos de carne.

Es un vientre maldito
reproductor de ninfas,
centauros, querubines
y otros mitos.

Para el sexo,
pareces impresora multifuncional;
lo triste es que siempre,
te quedas sin tinta en las últimas líneas
y en los títulos con negrita.

Y te quiero
(esa es mi impresión).

Arnold "El Elefante".

Homenaje: cedo, concedo y Caicedo

Y nos echamos fino baile de salsita
Tapateo paquí pallá
Esos zapatos se deslizaban en la baldosa
Como guanábana en la garganta

Me tomé ese vino con la esperanza
De que fuera diurético libidinoso
Me tomé ese vino con la esperanza,
Pero la esperanza no se dejó comer.

Me tocó el asiento de cuerina roja,
mantenía el zapateo sentado;
al bajar la cabeza,
veía como combinaba mis charoles negros
con esas medias blancas cortas
y volvía ese palpitar al pecho
al ritmo del agúzate.

Par aplausos,
dos mordiscos grandes
y fulminada la cremosa de chocolate.
Nuevamente a la arena,
al sonar timbalero de Tito.

Ahí estabas de pie,
de rojo escarlata Angelita mía.
Parecías espectro de novela Caleña,
robusta y de pequitas pequeñas en cada cachete;
cinco en una y tres asimétricas en la otra,
y así te amaba, con pecas y labial tenue.

Te apreté las manos con fuerza,
pero del sudor te solté
y te caíste
y retumbaba la consola,
la baldosa,
el disco,
las ventanas,
las paredes y mi corazón.

Y zummmm!, duro y en la nuca
contra esa matera grandota
de chontaduros.
Te perdí nuevamente,
te perdí para siempre.

Desde ese momento me resolví
a no enamorarme,
a ceder el turno, el paso,
el baile;
a bailar salsitas negras,
pensar en espantos.

Cuando me esfuerzo en olvidarte,
a mi cabeza vienes
como la mosca a la sopa.

No tengo más remedio
que recordarte eternamente,
sumergirme en sueños de seconal;
morir y nacer a los 25,
leer
escribir
y escupir con fuerza al piso

Ya quisiera yo volver a vivir
mil y un veces,
para renovar con creces mi dolor
y mi sueño eterno bajo tierra.

Arnold, "El Elefante".
Caicedo: QEPD