jueves, 16 de septiembre de 2010

Carta a Juanita Cruz

En todo el tiempo en el que estuvimos juntos,
pasaron grandes cosas
amores y desencantos;
pero ahora que estás en el Cielo,
te pensé Juanita Cruz.

Me sentí blasfemo,
apreté mis dientes
recordé esa frase:
“Dios es amor”,
pensé en tu apellido
y te clavé.

Arnold, “El Elefante”.

Sexo

Que ostento con orgullo;
ese que anima a menear las caderas,
a pensar en mis necesidades,
en mis hijos,
en tus hijos.

Sexo,
mojado y rápido;
a fuerza de voluntad,
supeditado,
sádico.

Sexo de día,
de noche;
sexo que trasnocha,
que trastorna, que transpira.

Sexo y memoria;
Sexo que olvida,
que se disimula con el alba,
que se justifica con un abrazo,
con la luz del día
o con un billete.

Confieso que me gusta el sexo
y que a veces me toca.

¿Y eso me hace puta?

Arnold, "El Elefante".

Amor opulento

Como todos,
se encontraron en una clase;
se vieron por primera vez en un café,
en un cinema, en la calle,
en donde sea.

Cruzaron miradas, manos y dedos;
se cruzaron, se jactaron,
se juraron amor eterno.

Fueron al altar,
a la luna de miel;
como todos,
acudieron al arroz volátil en la iglesia,
al juzgado y al abogado.

Como reza el adagio:
"y comieron perdices..."
pero,
se indigestaron.

Arnold, "El Elefante".