lunes, 12 de diciembre de 2011

Cuento Animal

Hace un par de días fui con mi hembra al médico,
donde un doctor elefante.

El doctor puso sus guantes en cada pata; eran 4 guantes
(y la colita la cubrió de latex).

Carmela (mi hembra) estaba sudorosa,
con la piel más seca que de costumbre;
estaba estreñida pero no se quejaba,
yo me daba cuenta porque no le salían bolitas sino cuadritos.

Era la sexta vez que íbamos al médico en menos de una semana,
era algo que se venía repitiendo desde hace no menos de 10 años;
desesperadamente estaba buscando que yo le plantara vida.

El médico dijo: tiene un problema muy grande;
ella ansiosa de cría pensó que el problema era un elefante dentro de ella,
se puso feliz.

El médico frunce el ceño y le dice: no es un bebé,
tiene un problema muy grande que se sigue alimentando.

Sacó su aparato raro de ver estómagos por dentro y le enseñó los problemas:
Carmela tenía planes, quería correr, quería volar, quería aprender…
en realidad tenía unos problemas muy grandes dentro de sí,
que no daban espacio al crío que tanto ansiaba tener.

Mientras el médico se quitó los guantes para explicar
(y el latex de la colita),
al finalizar resaltó:

La fertilidad no está en la pelvis,
está en la voluntad del corazón.

Y mi hembra sintió un vacio bien abajito,
pagamos la consulta y nos fuimos.

Arnold (El Elefante).

Mirada de Puta (desde la burbuja)

En la escuela mi más vago recuerdo son las bolitas y los palitos;
tiempo después entendí que esos eran los machos,
el sexo fuerte.

El colgajo ese con el que juegan de pequeños,
para algunos
la lámpara de Aladino de la adolescencia;
bueno, ustedes me entienden,
hablo del dosificador de hijos por excelencia,
la medida de un verdadero hombre.

A mi la verdad me gustan son los machos,
no esos babosos que me abren la puerta del coche,
los que me ceden el puesto;
los de la carta con pachulí, la florecita mal cortada.
pffff
la serenata…

Yo me esfuerzo por extinguir esa ridícula especie.

A mi me gustan los que me dan en la jeta,
los que me tiran al piso y me arrastran con una palabra;
adoro los que pisotean mi feminidad,
los que hacen que me sienta menos mujer,
menos orgullosa,
pero más Puta.

Arnold el Elefante.
(las cursivas son palabras rebuscadas)