miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lupita

Es una furia con piernas, quiere que su macho alfa desenvaine la herramienta de poder. Puede olfatear el dolor, es de raza brava. Exige a gritos que le sea blandida la espada de la justicia; quiere que la justicia sea una mezcla se sangre y carne. Con el sólo parpadear de sus ojos consigue lo que anhela. Es Diosa y Demonio a la vez, se pide para sí misma todo lo que no le pertenece; es la heredera de la nada. Es la voz de los espantos y de los espantados. Es una incógnita puesta en evidencia; abre su corazón a los que ya no sienten. Se siente viva cada vez que alimenta con sus encantos, se siente viva cada vez que es alimentada por la incertidumbre. Espectro desaliñado que divaga en la penumbra. Bebe rojos y amarillos; tiene un semáforo atravesado en la garganta. Quiere dar luz verde a los pervertidos para que se choquen contra el destino.

Sus coyunturas son dulces, su sangre es un espeso color violeta que se deshace en el paladar de los ansiosos. Sus pies son la extensión de una maldad que hace contacto con la tierra. Sus piernas y sus caderas son la estructura que soporta un sinfín de agonías que están en una larga fila, a la espera de saciar el vacío concentrado en el pecho. Su cintura está conformada por dos grandes arcos que rechinan al contacto con la verdad, que aúllan; que claman por un pedazo de su existencia. Sus senos son un manantial de leche y hiel, del que brotan sustancias inertes con las que son alimentadas las bestias mansas. Su boca. Pensándolo bien, de su boca no hablo por miedo a quedarme sin la mía, por miedo de perder mi turno en la fila. Por miedo a dejar de ser una especie en vía de extinción.

Lupita: Cuando estoy cerca a ti temo por volver a ser inmortal.

Arnold "El Elefante"